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El proceso de toma de decisiones y de resolución de problemas
Introducción
Siempre hay que tener en cuenta que cada persona afronta la resolución
de problemas de una forma diferente, basada en su experiencia y su
historia de reforzamiento. Hay modelos clásicos de cómo se toman las
decisiones y existe un esquema básico de resolución de problemas (D´Zurilla,
Goldfried, 1971) que plantea como hacerlo de forma efectiva y se ha
incorporado a la terapia cognitivo conductual con todos los méritos (Nezu,
2004). En esta página se va a dar una visión muy sucinta de este modelo
junto con el clásico de toma de decisiones.
Definiciones clásicas de los procesos de toma de decisiones.
Se presentan a continuación algunas definiciones clásicas de los
procesos que se dan el la toma de decisiones y que pueden aclarar de forma
importante Dentro de este proceso se dan una serie de conductas que
necesitan definición:
Hastie, (2001) plantea una serie de definiciones que sirven
perfectamente para aclarar el proceso de toma de decisiones, que es una
parte de la resolución de problemas:
- Decisiones. Son combinaciones de situaciones y
conductas que pueden ser descritas en términos de tres componentes
esenciales: acciones alternativas, consecuencias y sucesos inciertos.
- Resultado. Son situaciones describibles
públicamente que ocurrirían cuando se llevan a cabo las conductas
alternativas que se han generado. Como todas las situaciones son
dinámicas y suponen que si se continúa la toma la acción el resultado
puede variar.
- Consecuencias. Son las reacciones evaluativas
subjetivas, medidas en términos de bueno o malo, ganancias o pérdidas,
asociadas con cada resultado.
- Incertidumbre. Se refiere a los juicios de quien
toma la decisión de la propensión de cada suceso de ocurrir. Se describe
con medidas que incluyen probabilidad, confianza, y posibilidad? (likelihood)
- Preferencias. Son conductas expresivas de elegir, o
intenciones de elegir, un curso de acción sobre otros.
- Tomar una decisión se refiere al proceso entero de
elegir un curso de acción.
- Juicio. Son los componentes del proceso de decisión
que se refieren a valorar, estimar, inferir que sucesos ocurrirán y
cuales serán las reacciones evaluativas del que toma la decisión en los
resultados que obtenga.
Según estas definiciones el proceso de toma de decisiones sería
encontrar una conducta adecuada para una situación en la que hay una serie
de sucesos inciertos. La elección de la situación ya es un elemento que
puede entrar en el proceso. Hay que elegir los elementos que son
relevantes y obviar los que no lo son y analizar las relaciones entre
ellos. Una vez determinada cual es la situación, para tomar decisiones es
necesario elaborar acciones alternativas, extrapolarlas para imaginar la
situación final y evaluar los resultados teniendo en cuenta las la
incertidumbre de cada resultado y su valor. Así se obtiene una imagen de
las consecuencias que tendría cada una de las acciones alternativas que se
han definido. De acuerdo con las consecuencias se asocia a la situación la
conducta más idónea eligiéndola como curso de acción.
Modelo de toma de decisiones
En el modelo de D´Zurilla y Goldfried se consideran dos dimensiones:
- Una orientación al problema que incluye las
creencias sobre el control que ejerce el individuo sobre la resolución
de sus problemas. A su vez tiene dos factores basados en la teoría de la
autoeficacia de Bandura (1997):
- La creencia en la autoeficacia en la resolución
de los problemas. Basada en la expectativa de eficacia.
- La creencia que los problemas de la vida se pueden
resolver. Basada en la expectativa de resultado.
- Una serie de pasos que configuran un proceso ideal
de resolución de problemas y toma de decisiones.
La orientación al problema
La orientación positiva al problema puede dar lugar a:
- Ver los problemas como retos.
- Ser optimista en el sentido de que los problemas tienen solución
- Percibir que se tiene una fuerte capacidad para enfrentar los
problemas.
- Estar dispuesto a invertir tiempo y esfuerzo en su solución.
Una orientación negativa al problema implica ver los problemas como
amenazas.
- Creer que son insolubles.
- Dudar de la propia habilidad para solucionarlos.
- Frustrarse y estresarse cuando se encuentran frente a un problema.
En resumen y de forma más importante, una orientación positiva al
problema induce al sujeto a enfrentarse a él, mientras que la orientación
negativa le prepara para evitarlo.
Modelo de resolución de problemas o toma de decisiones
La toma de decisiones es la asociación de un curso de acción o plan con
una situación determinada. El modelo que se presenta de toma de decisiones
tiene los siguientes pasos:
Hacer planes supone:
- Realizar un modelo de la situación actual o una definición
del problema. Problema se define como “una situación real o
anticipada en la vida que requiere respuestas por parte del sujeto para
un funcionamiento adaptativo; pero que no están disponibles o no son
identificables por él, debido a la existencia de barreras u obstáculos”
(Nezu, 2004). Las demandas de la situación pueden venir de exterior;
pero también de los objetivos y valores del individuo. Las barreras más
comunes para alcanzar los objetivos son: ambigüedad, incertidumbre,
demandas en conflicto, falta de recursos, o novedad. En esta fase se
incluye la definición de los objetivos que el individuo quiere alcanzar
(Nezu, 2004). Cuando se va a resolver un problema es necesario
analizarlo y dilucidar cuales son los procesos y aspectos relevantes que
están influyendo en la aparición y mantenimiento del problema o qué hace
amenazante la situación. En este paso el proceso de alcanzar una
conducta adecuada también puede tomar características patológicas. El
análisis de las situaciones es un análisis causal, intentando determinar
las influencias de unos factores en otros, en el momento actual y en la
posible evolución
- Generar conductas alternativas posibles dentro del
modelo de la realidad que se ha creado. Es una fase que depende de la
creatividad del individuo. Se trata de imaginar las alternativas
posibles. La crítica y autocrítica juegan un papel que compromete de
forma importante la efectividad de este paso. Es preciso suprimir ambas
en una primera fase para poder considerar las soluciones sin una censura
previa. Se hace siguiendo las reglas del brainstorming, en el que no se
realizan críticas ni evaluaciones de las ideas propuestas; cualquier
propuesta es aprovechada, completada o variada para generar nuevas
soluciones. Las personas con ansiedad social son muy vulnerables a las
críticas e inhiben su creatividad por el miedo a equivocarse y ser
rechazados socialmente. Este aspecto puede dejar a la persona anclada y
sin salida en este paso. Hay que recordar que entre las instrucciones
que se dan en los ejercicios creativos como el brainstorming destaca la
de actuar con una ausencia total de crítica para generar alternativas
que serán evaluadas en otra fase. Dando este paso es importante tener la
mente abierta y la conciencia plena para poder salir de los
comportamientos establecidos y automáticos (Langer, 2000,
García Higuera, 2004) y comportarnos de acuerdo con nuestros
valores.
- Extrapolar los resultados asociados a cada conducta generada.
con objeto de prever los resultados de ponerlas en práctica con los
cambios que se producirán en la situación. Es una parte de la resolución
de problemas que está muy sujeta a la incertidumbre, porque el resultado
de nuestras acciones no depende solo lo que hagamos, sino que son
fundamentales las reacciones de los demás que están involucrados en la
situación. Saber predecir los resultados de un plan que se ha elaborado
es difícil y la incertidumbre juega de nuevo un papel fundamental. Esta
fase puede ser una fuente inagotable de sucesos preocupantes, sobre todo
si se quiere evitar la incertidumbre que supone la ignorancia de cómo va
a reaccionar el otro a nuestro a nuestra actuación. Si queremos
asegurarnos de que la conducta del otro no va a ser la que tememos, nos
podemos encontrar cogidos en la trampa de la preocupación previendo
numerosos sucesos “¿Y si...?”.
- Extraer las consecuencias de cada resultado, es
decir, valorar la situación generada de acuerdo con los objetivos que se
pretenden alcanzar. Para ello se valoran la probabilidad de que un
resultado, es decir, su incertidumbre; junto con los beneficios o
perjuicios que pueden conllevar que ocurra, es decir, las consecuencias
de cada resultado. Esta evaluación se realiza a veces de forma
consciente y pensada poniendo en una balanza cada aspecto del resultado;
en esos casos se emplean conceptos como Utilidad = probabilidad x valor
(Hastie, 2001). Pero muy frecuentemente se evalúa de forma general
tomando solamente el sentimiento o la sensación que incluye la impresión
global que nos evoca la situación prevista. Esta evaluación puede
hacerse de forma automática, es decir, sin un pensamiento consciente,
guiándonos solamente por las sensaciones que nos ha producido. En este
paso se incluye valorar la incertidumbre de los sucesos.
- Elegir la acción que se va a llevar a cabo entre
las que pueden producir el resultado que se busca. Una consecuencia
inmediata de la evaluación de los resultados es la elección de la
conducta más adecuada para resolver el problema. Pero a veces se llega
sin duda a cual debe ser la actuación, como fruto de la valoración de
las consecuencias; pero, una vez identificada, puede haber problemas
para llevarla a la práctica. “Eso es lo que tendría que hacer; pero...”
- Controlar el proceso cuando se lleva a cabo la acción.
Cuando realizamos una acción entramos en el proceso de control de lo que
hacemos, (Carver y Scheier, 1981) en el que vamos monitorizando si el
resultado actual va en el camino que esperamos o no. Si no marcha en
dirección al objetivo, generamos nuevos caminos o cambiamos los planes
en un proceso de toma de decisiones parecido. La preocupación es una
acción que va dirigida a tomar una decisión, por eso el proceso se puede
monitorizar y controlar como la de cualquier acción que persiga un
objetivo.
- Evaluar los resultados obtenidos. Es el momento de
repasar lo que se ha realizado con objeto de aprender para el futuro.
Una revisión rápida del proceso que se ha llevado y de las conductas de
los demás nos ayuda para mejorar nuestra toma de decisiones. La
evaluación se ha de hacer basándose en los hechos acaecidos y en los
resultados reales y medibles obtenidos. Si se quieren evaluar las
reacciones implícitas y los sentimientos de los otros se puede caer en
la preocupación inútil y destructiva. Así, se pueden realizar revisiones
sin fin cuando se consideran las posibles reacciones negativas no
explícitas que han podido tomar los otros. “¿Qué habrán pensado?”,
“¿habré quedado bien realmente?”… Revisando la propia actuación se
pueden tomar en consideración nuevas acciones alternativas que no se
habían pensado previamente: “¿si hubiera dicho esto en lugar de lo que
dije…?”. Es más fácil sabiendo cómo han reaccionado los otros, ajustar
la actuación para obtener el resultado buscado, pero eso solamente se
puede hacer en el momento en que ocurre y se tiene que tener la mente
abierta y preparada para reaccionar o aceptar nuestras limitaciones y
crear una nueva oportunidad para obtener los resultados apetecidos. La
revisión de los resultados es un proceso que pretende conseguir mejorar
la actuación siguiente, pero, si no se mantiene dentro de unos límites,
lo único que se logra es continuar la preocupación después de acabada la
acción. Las propuestas terapéuticas en este caso son: aceptar la
evaluación del otro es la forma terapéutica de poner coto a los
pensamientos, aceptar las propias limitaciones intentando, si fuera
preciso, crear una segunda oportunidad, acabar con la revisión si los
resultados obtenidos han sido aceptables o si no se prevé una nueva
oportunidad de enfrentarse a la misma situación.
A veces se considera la toma de decisiones como la parte que se realiza
desde que se tienen las conductas alternativas generadas hasta que se
realizan la elección de la acción a llevar a cabo. Pero otras veces se
considera que todo el proceso está incluido en la toma de decisiones.
Resumen del proceso de toma de decisiones
Hay modelos clásicos de cómo se toman las decisiones (Hastie, 2001) y
existe un esquema básico de resolución de problemas (D´Zurilla, Goldfried,
1971) que plantea como hacerlo de forma efectiva y que se ha incorporado a
la terapia cognitivo conductual con todos los méritos (Nezu, 2004). Por
supuesto que en la práctica clínica no se puede olvidar nunca que las
personas no nacieron para ajustarse a los modelos y que hay que determinar
para cada paciente que proceso sigue para tomar sus decisiones, teniendo
en cuenta que cada persona afronta la resolución de problemas de una forma
diferente, basada en su experiencia y su historia de aprendizaje, y es el
análisis del método particular que sigue el paciente para resolver sus
problemas lo que nos va a permitir analizar la influencia de la
preocupación en sus trastornos.
La toma de decisiones consiste en encontrar una conducta adecuada para
resolver una situación problemática, en la que, además, hay una serie de
sucesos inciertos. Una vez que se ha detectado una amenaza, real,
imaginaria, probable o no, y se ha decidido hacer un plan para enfrentarse
a ella, hay que analizar la situación: hay que determinar los elementos
que son relevantes y obviar los que no lo son y analizar las relaciones
entre ellos y la forma que tenemos de influir en ellos. Este paso puede
dar lugar a problemas, cuando se tienen en cuenta aspectos irrelevantes y
se ignoran elementos fundamentales del problema. Una vez determinada cual
es la situación problemática y analizada en profundidad, para tomar
decisiones, es necesario elaborar modelos de acciones alternativas,
extrapolarlas para imaginar el resultado final y evaluar este teniendo en
cuenta la incertidumbre de cada suceso que lo compone y el valor que
subjetivamente se le asigna ya sea consciente o automáticamente. Así se
obtiene una idea de las consecuencias que tendría cada una de las acciones
alternativas que se han definido y que puede servir para elegir la
conducta más idónea como el curso de acción que va a solucionar la
amenaza.
Descrito así, el modelo de toma de decisiones puede aplicarse a
cualquier situación en la que hagamos un plan para afrontarla y no
solamente a las situaciones amenazantes o problemáticas. La preocupación
es la conducta de preparar el curso de acción y puede estar asociada a
situaciones que nos causan ansiedad, a cualquier problema que queramos
resolver o cualquier acción creativa que queramos desarrollar de forma
controlada. En este sentido, habría que analizar si preocuparse en tareas
que no son problemáticas, por ejemplo, la dedicación excesiva al trabajo;
pueden tener la misma función que la preocupación patológica que se
describe en el resto de artículo.
El proceso de toma de decisiones se puede llevar a cabo automáticamente
o conscientemente, tal y como plantean los modelos aquí mencionados. Pero
posiblemente se elija muchas veces el curso de acción sin hacer ningún
plan y sin extrapolar las consecuencias, sino más bien siguiendo las
primeras reacciones automáticas que se han generado en la situación o
simplemente se evite la preocupación y la toma de decisiones. Nezu (2004)
define otros estilos de resolución de problemas, el impulsivo que actúa
así o el evitativo, que simplemente no se enfrenta al problema. Frente al
estilo evitativo, entrar en el proceso de toma de decisiones puede ser un
paso adelante.
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