INICIO
Libros Gratis On-line
Videos Gratis On-line
Psicología Clínica
Tipos de Tratamiento
Análisis de Conducta
Expresión Facial
El control en Psicología
Toma de Decisiones
TRASTORNOS
Ansiedad
Agorafobia
Fobia Social
Trastorno Obsesivo-Compulsivo
Preocupación Patológica
Depresión
Trastornos de Personalidad
Hipocondría
Violencia de Género
Dolor Crónico
Insomnio
OTROS
Terapia de Pareja
Estrategias de la Mente
Mobbing
GUÍAS
Glosario en Psicología
Conferencias y Cursos
Artículos
DERECHOS DE AUTOR
|
|
Violencia de género: consecuencias en los hijos
Laura Fátima Asensi Pérez
Psicóloga Clínica y Forense
Psicojurix - Psicólogos Jurídicos y Forenses
Alicante -España
Trabajo publicado el 16 de enero de 2007
Resumen
Dado que ya se ha hablado y ofrecido información y orientación a
las mujeres víctimas de la violencia de género, yo he preferido
centrarme en esas otras víctimas invisibles de este tipo de
violencia: los niños -hijos e hijas de la violencia doméstica-.
Niños expuestos a situaciones de malos tratos.
Con esta ponencia pretendo plasmar una visión general aunque
esquemática de lo que sabemos sobre el maltrato infantil en
tanto que modalidad específica de violencia doméstica.
A lo largo de la exposición nos iremos deslizando por
diferentes niveles de análisis.
Introducción
En este marco, definimos la violencia familiar (Cantera, L. 2002.
Maltrato infantil y violencia familiar de la ocultación a la
prevención. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en El
Salvador. PNUD 32 pp.) como un comportamiento consciente e intencional
que, por acción o inhibición, causa a otro miembro de la familia un
daño físico, psíquico, jurídico, económico, social, moral, sexual o
personal en general. La violencia de género se refiere al maltrato
físico, psíquico o sexual que reciben mujeres por parte de hombres con
quienes han vivido o siguen viviendo una relación íntima.
La violencia de género (según la Ley Integral contra la violencia de
género, 2004) se trata de una violencia que se dirige sobre las
mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus
agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y
capacidad de decisión.
Recientemente está dejando de ser considerada un asunto privado y
cobra la relevancia de un problema social que debe ser comprendido y
prevenido.
Definimos el maltrato infantil (Centro Internacional de la Infancia
de París) como cualquier acto por acción, omisión o trato negligente,
de carácter no accidental, realizado por individuos, por instituciones
o por la sociedad en su conjunto, y todos los efectos derivados de
estos actos o de su ausencia que priven a los niños de su libertad o
de sus derechos correspondientes y/o que dificulten su óptimo
desarrollo.
Quiero incidir y resaltar que además de ser altamente probable que los
niños sean también víctimas directas de violencia física o psicológica
en situaciones de maltrato doméstico, los hijos de las mujeres
maltratadas son receptores directos de la violencia contra sus madres,
aunque ellos directamente no hayan recibido ni un solo golpe.
Vivenciar la angustia de la madre maltratada, su temor, inseguridad,
tristeza, les produce una elevada inseguridad y confusión. Esa
angustia se traduce en numerosos trastornos físicos, terrores
nocturnos, enuresis, alteraciones del sueño, cansancio, problemas
alimentarios, ansiedad, estrés, depresión...
La UNICEF señala que aunque no se les ponga la mano encima,
presenciar o escuchar situaciones violentas tiene efectos psicológicos
negativos en los hijos. Aunque no sean el objeto directo de las
agresiones, padecen violencia psicológica, que es una forma de
maltrato infantil y que la Convención Internacional de los Derechos
del Niño -ratificada por España- considera una forma de maltrato
infantil y la recoge en el artículo 19 como "violencia mental".
Los niños no son víctimas sólo porque sean testigos de la violencia
entre sus padres, sino porque "viven en la violencia". Son víctimas de
la violencia psicológica, a veces también física, y que crecen
creyendo que la violencia es una pauta de relación normal entre
adultos (Save the Children, ONG)
Pero lo peor, al estar en fase de crecimiento y desarrollo madurativo,
conforman su personalidad en función de la violencia y la toman como
modelo, interiorizando los roles de maltratador o maltratada.
Interiorizan patrones de comportamiento violentos y no discriminan lo
que es adecuado o está bien, de lo que es injustificable.
En la mayoría de los casos la violencia se produce en etapas donde los
niños maduran su desarrollo psicológico. Las agresiones de una figura
primordial de referencia en su desarrollo (el padre) sobre el agente
de socialización por excelencia (la madre). Los hijos de un
maltratador crecen inmersos en el miedo. Ellos y ellas son candidatos
al diagnóstico de toda la variedad de trastornos por estrés
traumáticos, depresiones por desesperanza o de posibles trastornos de
personalidad. Todo ello sin un solo golpe, sin un maltrato "directo".
El ejercicio de la Violencia Doméstica siempre afecta a los niños,
siempre, bien como receptores, bien como testigos.
Me dirijo en este caso a las madres, que como víctimas en ocasiones no
pueden, y en otras no son conscientes de que sus hijos, aunque no sean
directamente agredidos, sí lo están siendo de forma indirecta, sólo
por el hecho de presenciar o vivir una situación de violencia en el
ámbito familiar. Y los efectos de la violencia sobre los niños, de
todas las edades, son terribles.
A grosso modo, las consecuencias para estos niños de la violencia
familiar son gravísimas, tanto a corto, como a largo plazo. De hecho,
los trastornos y problemas psicológicos y sociales que presentan estos
niños son similares a los que presentan sus madres como víctimas de
violencia de género. Es decir, los niños en esta situación, insisto,
también están siendo agredidos.
Es un mito, dentro de la violencia contra la mujer, que la conducta
violenta del agresor a la mujer no es un riesgo para los hijos. Sin
embargo, muchísimos estudios prueban que los hijos, sean víctimas
directas o indirectas, padecen enormes consecuencias negativas, tanto
para su desarrollo físico como psicológico, tanto efectos a corto como
a largo plazo, afectando a sus emociones, pensamientos, valores,
comportamiento, rendimiento escolar y adaptación social. Manifiestan
conductas externas: agresivas, antisociales, desafiantes... e
internalizadas: inhibición, miedo, baja autoestima, ansiedad,
depresión, síntomas somáticos...
Efectos en los niños, víctimas o testigos, de la violencia
de género
Las alteraciones detectadas en los niños/as afectan a diferentes
áreas: física, emocional, cognitiva, conductual y social (Wolak,
1998):
Problemas físicos:
- Retraso en el crecimiento.
- Dificultad o problemas en el sueño y en la alimentación.
- Regresiones.
- Menos habilidades motoras.
- Síntomas psicosomáticos (eczemas, asma...).
- Inapetencia, anorexia.
Problemas emocionales:
- Ansiedad.
- Ira.
- Depresión.
- Aislamiento.
- Baja autoestima.
- Estrés post-traumático.
Problemas cognitivos:
- Retraso en el lenguaje.
- Retraso del desarrollo.
- Retraso escolar (rendimiento).
Problemas de conducta:
- Agresión.
- Crueldad con animales.
- Rabietas.
- Desinhibiciones.
- Inmadurez.
- Novillos.
- Delincuencia.
- Déficit de atención-hiperactividad.
- Toxodependencias.
Problemas sociales:
- Escasas habilidades sociales.
- Introspección o retraimiento.
- Rechazo.
- Falta de empatía/Agresividad/Conducta desafiante.
Figura
1 - Efectos directos e indirectos de la violencia en
hijos de mujeres maltratadas

Los factores que determinan el alcance del impacto de la violencia
en los niños son, básicamente:
- Edad y nivel de desarrollo.
- Género.
- Tipo, severidad y tiempo de exposición a la violencia.
- Contexto familiar.
- Tipo de intervención social.
- Acumulación de otros factores estresantes.
Transmisión generacional de la violencia. El modelo de
aprendizaje
Existen efectos a más largo plazo que se producen en los niños
expuestos a violencia en el contexto familiar. El más destacado es
el modelo de aprendizaje de comportamientos violentos. Se ha
estudiado que estos niños, de mayores, con más frecuencia y
probabilidad maltratarán a sus parejas y que las niñas serán
víctimas de violencia de género.
Los hijos de la violencia de género están viviendo de forma
continuada y prolongada situaciones de violencia y abuso de
poder, experiencias que les marcarán en su desarrollo,
personalidad, comportamiento y valores en la edad adulta. Aprenden
a entender el mundo y las relaciones de forma inadecuada.
Tengamos en cuenta que la familia es el primer agente socializador
y el más determinante para el desarrollo y la formación de
modelos y roles.
Las relaciones familiares violentas influirán en el significado
que el niño atribuya a las relaciones interpersonales, y más
concretamente a las relaciones entre géneros, entre hombres y
mujeres. Estos patrones violentos de comportamiento y relación se
aplicarán a sus propias relaciones, desarrollando conductas
sexistas, patriarcales y violentas.
Algunos autores llegan a la conclusión de que los menores
expuestos a violencia hacia su madre desarrollarán unas creencias
y valores asociados a la violencia de género, tales como:
1) El hombre es el que manda en la familia; todos los demás deben
obedecerle.
2) Las mujeres son inferiores al hombre y no tienen los mismos
derechos.
3) Si un hombre golpea a una mujer es porque se lo merece o porque
ella lo provoca.
4) El pegar a las mujeres es normal, es frecuente y no tiene
repercusiones.
5) Si quieres que te respeten tienes que ser violento.
No tienen opción a aprender estrategias más adecuadas de relación
interpersonal, de solución de conflictos, flexibilidad, diálogo,
respeto...
Evaluación de los menores víctimas de la violencia de género
- Debemos ser conscientes de las consecuencias negativas que
sufren los niños víctimas directas de la violencia doméstica.
Asumir que también son víctimas y pueden sufrir graves perjuicios
en su desarrollo físico y emocional.
- Prevención/intervención inmediata desde los servicios sociales,
psicológicos, sanitarios, educativos, fuerzas policiales, desde el
ámbito jurídico, etc. A fin de detectar cuanto antes este
problema. También las madres, los vecinos, la sociedad en general.
- A las madres, los psicólogos, profesores, profesionales de la
salud, hacer un llamamiento para estar atentos a fin de determinar
indicadores/síntomas/trastornos que puedan estar originados por la
exposición a la violencia intrafamiliar. (Muchas madres acuden a
consulta con diversa sintomatología psicológica sin ser
conscientes de que es producida por el maltrato que sufren, a
veces, incluso, "empujadas" por el sujeto maltratador,
trasladándoles a ellas la culpa de su estado).
- Desde el contexto judicial, en cada situación que indique
violencia contra la mujer y en el que haya niños inmersos se
debería actuar lo más rápido y eficazmente posible para valorar la
victimización infantil.
- En este contexto, la práctica pericial por profesionales,
psicólogos adscritos al juzgado, sería la vía a seguir para la
realización de una valoración psicológica forense de la existencia
de violencia y las consecuencias de ésta en los menores, a fin de
tomar medidas oportunas para su protección, reflejando el impacto
de la violencia, física o psicológica sobre su salud física o
psíquica. Estos informes serían una contribución añadida a las
pruebas periciales.
- Atención a la victimización secundaria de las personas que
sufren de violencia de género, mujeres y niños. Sufrimiento
añadido, que a las víctimas, a los testigos y mayormente a los
sujetos pasivos de un delito les infieren las instituciones más o
menos directamente encargadas de hacer justicia: policías, jueces,
peritos, abogados, fiscales, funcionarios... La victimización
secundaria es la respuesta que da el sistema a una víctima,
respuesta que la hace de nuevo revivir su papel de víctima, con el
agravante que esta nueva victimización se da por parte de las
instancias de las que ella espera ayuda y apoyo. Esta vez no es
sólo víctima de un delito, sino de la incomprensión del sistema.
- El daño psíquico padecido por las víctimas de malos tratos, más
la vulnerabilidad de tales víctimas, lleva a que sea fácil
reforzar su victimización, que los hace "revivir" varias veces en
una relación asistencial (biomédica, jurídica, psicológica,
social, etc.), generadora de victimización secundaria, que
victimiza a la víctima de nuevo al obligarla a contar la historia
de su trauma por enésima vez, con el consiguiente riesgo de
recaída en el daño o dolor padecidos.
- Se debería procurar evitarse que los procedimientos en que las
víctimas o los testigos son niños sufran dilaciones innecesarias.
El lenguaje y los aspectos formales deberían de tener en cuenta la
edad y el desarrollo del menor. Los profesionales que intervienen
han de tener experiencia y formación especializada acreditadas.
Habría de evitarse que el menor tenga que declarar dos o más veces
sobre los mismos hechos. Habría que evitar el enfrentamiento con
el agresor, procurar la protección visual del menor, siempre que
sea necesario, y preservar la intimidad del menor celebrando el
juicio a puerta cerrada.
Si aquí hay madres que han sufrido malos tratos y profesionales
implicados en estos asuntos, entenderán lo complicado que resulta
a veces hacer entender en los procesos judiciales, la violencia
sufrida por los niños.
Ejemplos, muchos y continuos. Siguen prevaleciendo, por desgracia,
algunos mitos, como: 1) Si un hombre arremete contra la mujer, no
influye en su relación con los niños y 2) la figura paterna es
imprescindible para el correcto desarrollo de los menores. Yo
haría una puntilla: siempre y cuando la relación del padre con sus
hijos no los perjudique. En caso contrario, más vale no contar con
la figura paterna, que tener una figura inadecuada y destructiva.
La importancia de una detección precoz del maltrato
infantil
Antes de proceder a un repaso de estas herramientas del trabajo
preventivo que constituyen los indicadores del maltrato infantil,
debemos hacernos las siguientes reflexiones:
1. Los niños y niñas que sufren maltrato suelen presentar
problemas en su proceso evolutivo, en los niveles emocional,
cognitivo, conductual y social que les dificultan el desarrollo
adecuado de su personalidad. De ahí la necesidad de la Prevención
en este campo.
2. Considerada esta cascada de efectos negativos para el
desarrollo personal de la persona menor maltratada, tiene mucha
importancia el detectar cuanto antes el maltrato infantil.
3. La detección precoz del maltrato infantil puede realizarse
mediante una lectura inteligente de indicadores del mismo.
4. Estos indicadores consisten en señales de alarma que "indican"
una potencial situación de riesgo de maltrato.
5. Un uso adecuado de los indicadores debe tener en cuenta
criterios como la frecuencia de las manifestaciones, así como el
contexto, el modo, el dónde y el cuándo aparecen y la eventual
"constelación" de los mismos.
6. Los indicadores apuntan a circunstancias de riesgo, no son
factores determinantes del maltrato infantil. No son causa-efecto.
7. Desde estas reservas, podemos considerar algunos de los
indicadores más corrientes en la evaluación precoz del maltrato
infantil.
Indicadores en la víctima infantil
En la víctima infantil del maltrato pueden aparecer señales en
distintos niveles:
1. Somático y fisiológico
- Cicatrices, hematomas, fracturas, magulladuras, cortes,
quemaduras, raspaduras, marcas de mordeduras, etc.
- Trastornos de la alimentación, de la vigilia y del sueño.
- Descuido y suciedad corporales y de la vestimenta.
- Dolores frecuentes y diversos.
- Retrasos en el desarrollo físico, emocional, cognitivo y
psicosocial.
2. Actitudinal y emocional
- Nerviosismo, ansiedad, irritabilidad, recelo, vigilancia,
aislamiento, hostilidad.
- Cansancio, desmotivación, inapetencia y pasividad.
- Fluctuaciones bruscas en el estado de ánimo.
- Depresión, tristeza y baja autoestima.
- Aversión al contacto físico o a la interacción social con
personas adultas.
3. Conductual
- Absentismo escolar reiterado e injustificado.
- Entrada temprana y salida tardía de la escuela.
- Crisis repentina de rendimiento escolar.
- Declaraciones reiteradas de que nadie se ocupa de mí.
- Miedo de regresar a casa.
- Afirmación de que le han maltratado.
- Expresión pública de comportamiento sexual precoz.
- Peleas y discusiones frecuentes.
- Comportamiento agresivo, antisocial y destructivo.
- Explosiones de llanto sin motivo aparente.
8. Intervención
Tres aspectos a tratar, principalmente, en los niños víctimas de
violencia familiar:
- Emocional. Ofrecer al niño la posibilidad de ser escuchado y de
hablar sobre sus sentimientos a fin de que se libere y normalice
sus emociones.
Muchas madres no saben que la violencia que ellas han recibido
afecta también a sus hijos.
Aclarar sus dudas, a madres e hijos, y disminuir su
incertidumbre.
- Cognitivo. Ayudar al niño a reestructurar sus valores y
creencias sobre la violencia.
- Conductual. Ayudarlo en la inseguridad que siente y percepción
de falta de control sobre su vida. Manejar la asertividad, planes
de actuación de protección, aprender a personalizar recursos y
estrategias de afrontamiento y prevención. Enseñarle a manejar la
tensión, y posibles conductas resistentes, desajustadas o
agresivas.
A modo de conclusión
Así pues, a los hijos e hijas de las mujeres víctimas de la
violencia de género los consideramos también víctimas, las
víctimas invisibles y por ello necesitan la concienciación, la
atención, el apoyo y protección tanto de sus madres y padres como
de todos los profesionales inmersos o no en el contexto
social-psicológico-sanitario-jurídico.
Destaco una cita de Lorente en su libro sobre violencia de género
y suicidio: "Hay muchos ojos que no ven porque sus corazones y sus
conciencias no quieren mirar".
Cuando estamos ante una mujer víctima de violencia de género, y es
madre, debemos de tomar conciencia de que estamos ante más de una
víctima.
Insistir en la victimización secundaria que es un fenómeno que
ocurre cuando una víctima de violencia familiar recurre a alguna
institución (comisaría, hospital, servicios sociales, juzgado, etc)
o a algún profesional (médico, psicólogo, abogado) en busca de
ayuda y dichas instituciones o profesionales, quizás poco
informados acerca del problema e impregnados por los mitos acerca
de la violencia doméstica, se conducen culpando a la víctima.
Incurren así en conductas que en lugar de ayudar, convierten a la
persona por segunda vez en víctima. Aquí también, la tarea de
prevención informando y orientando a la comunidad ayudaría a
evitar estas conductas.
Creo necesario insistir en campañas de sensibilización e
información a nivel familiar, escolar y social sobre la
problemática de la violencia familiar en todas sus modalidades y
atendiendo a todas sus víctimas.
Ponencia expuesta en Alicante, el 2 de octubre de 2006 en las
Jornadas informativas de violencia de género, organizadas por la
Audiencia Provincial de Alicante y el Tribunal Superior de
Justicia de la Comunidad Valenciana
|